OJO ROJO Argente 290-291; Taller 2 – Casos clínicos de cabeza y cuello.
The red eye, The New England Journal of Medicine. http://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJM200008033430507
- Glaucoma Agudo:
Aumento súbito y severo de la presión ocular. Se observan vasos dilatados alrededor del iris que se disponen en forma radiada. Provoca dolor punzante muy intenso, que se acompaña de náuseas, vómitos, fotofobia y visión borrosa (en “halos”). Provoca disminución de la agudeza visual y opacidad corneana por edema. Se considera una urgencia oftalmológica por el riesgo de daño retiniano y del nervio óptico, que puede ser irreversible.
El glaucoma se clasifica en:
– De ángulo abierto, generalmente por aumento en la producción de humor acuoso. Suele ser crónico y progresivo.
– De ángulo cerrado, por bloqueo del drenaje del humor acuoso. Es agudo.
Suele presentarse en condiciones de reducción de la iluminación, que provoca midriasis y un posible bloqueo del drenaje de humor acuoso en el ángulo iridocorneano (seno venoso de la esclera).
Por palpación, con el párpado cerrado, es posible detectar el aumento de la tensión en el ojo afectado (el examen para ello es la tensiometría). Generalmente, el enrojecimiento es más pronunciado en el área adyacente al limbo (inyección circumcorneal).
Debe considerarse que la fuente de dolor (ocular) en el glaucoma puede no ser evidente, y las náuseas y vómitos persistentes podrían distraer la atención del síntoma principal.
La pupila se torna ligeramente midriática (4 a 6 mm) y no reactiva a la luz.
En la mayoría de los casos, el glaucoma agudo de ángulo cerrado es unilateral (hay glaucoma bilateral cuando existe componente genético, por ejemplo, aunque generalmente en ese caso no es agudo).
- Conjuntivitis:
Inflamación de la conjuntiva que puede o no ser infecciosa. Es la causa más frecuente de ojo rojo y es generalmente viral (aunque generalmente se usan antibióticos para evitar la sobreinfección). Presenta vasos dilatados que no llegan al iris (predominio periférico) ni tienen distribución radiada. Córnea y pupila son normales. No altera la agudeza visual. Presenta, además, secreción mucosa, mucopurulenta o fibrinosa, con ardor más que dolor.
Entre sus tipos se encuentran:
- Conjuntivitis viral: Se caracteriza por hipertermia conjuntival y edema. Secreción acuosa y comparativamente menor a la conjuntivitis bacteriana. Suele afectar un ojo primero y el otro a los pocos días. El ganglio preauricular palpable apoya el diagnóstico, aunque puede no estar presente. Es generalmente autolimitada, pero altamente contagiosa.
- Conjuntivitis bacteriana: De inicio abrupto y se extiende al ojo opuesto dentro de 48 horas. Tiene irritación y epifora desde el comienzo. Desarrolla secreción purulenta o mucopurulenta, con acumulación en la base de párpados, especialmente al despertar. Hay hipertermia bulbar o tarsal difusa, generalmente sin marcada adenopatía. Estudios de laboratorio se realizan para identificar el microorganismo. El tratamiento consiste en antibióticos. Existe una forma hiperaguda, generalmente asociada a infección gonocócica en pacientes sexualmente activos, que requiere tratamiento agresivo.
- Conjuntivitis alérgica: se caracteriza por prurito; también puede haber ardor, epifora, edema palpebral, sensación de cuerpo extraño, secreción acuosa algo mucosa. Suele ser bilateral, causada por un agente conocido y presentarse principalmente durante la primavera, aunque puede presentarse durante todo el año.
- Hemorragia subconjuntival:
Ruptura de un vaso de la conjuntiva que provoca hemorragia localizada entre conjuntiva y la esclerótica. Pupila reactiva y córnea normal. El enrojecimiento es unilateral, localizado y circunscrito. La conjuntiva adyacente queda libre de inflamación. No hay dolor ni trastornos de visión. No implica daño ocular a largo plazo, aunque es motivo de consulta frecuente por la espectacularidad del signo. Aun así, deben investigarse los factores contributivos a la hemorragia, que incluyen trauma, vasos conjuntivales frágiles, trastornos de la coagulación, tratamiento anticoagulante e hipertensión, aunque no arterial sino venosa. Puede resultar también de tos prolongada, vómitos o maniobra de Valsalva. Se resuelve en un máximo de 3 semanas espontáneamente, después de tornarse amarillenta.
- Iridociclitis o uveítis:
Inflamación de la úvea anterior (iris, cuerpo ciliar) secundaria a diversos trastornos, aunque la causa más frecuente es la desconocida y después la inmunológica (que se acompaña, por ejemplo, de sintomatología como artralgia y dolor lumbar). Presenta vasos sanguíneos dilatados alrededor del iris en forma radiada, miosis (que a veces se acompaña de pupila irregular y que la diferencia de glaucoma agudo) y córnea que puede presentar opacidad por edema. El dolor es moderado, hay intolerancia a la luz y visión borrosa. Sin secreción. La hipertermia suele ser más severa en el área adyacente al limbo (inyección circumcorneal).
Es más frecuente en personas jóvenes y de mediana edad.
El tracoma en cambio, es una inflamación causada por Chlamydia trachomatis, que puede llegar a causar ceguera. Se transmite por contacto. Para su diagnóstico diferencial se evierte el párpado buscando reacción inflamatoria, cicatrices conjuntivales, pestañas con crecimiento anómalo y opacidad corneal.
Son síntomas de gravedad de ojo rojo visión borrosa, dolor ocular, fotofobia y visión en halos superiores y menos graves dolor urente, secreción ocular sero-purulenta, prurito y síntomas respiratorios. Los signos de peligro son disminución de la agudeza visual, inyección ciliar, alteración corneal y de la pupila, estrechez de la cámara anterior, ojo duro y proptosis o exoftalmo.
El aumento del lagrimeo (epífora) se observa en conjuntivitis u obstrucción de la vía lagrimal. La diminución (xeroftalmia) es característica del síndrome de Sjogren (con xerostomía o hiposecreción salival y queratoconjuntivitis).