Consumo perjudicial y dependencia de alcohol y drogas en menores de 20 años. Guía Clínica 2013
Garantías
Garantía de acceso: Todo Beneficiario menor de 20 años:
- Con confirmación diagnóstica de consumo perjudicial o dependiente de riesgo bajo a moderado, tendrá acceso a tratamiento y seguimiento
- En tratamiento, tendrá acceso a continuarlo.
- En caso de recaída, tendrá acceso a tratamiento y seguimiento.
Garantía de oportunidad: Tratamiento
- Inicio dentro de 10 días desde la confirmación diagnóstica.
Introducción
- La adolescencia es la edad en que más frecuentemente se produce el inicio del uso, abuso y se aumenta el desarrollo de dependencia en la edad adulta (16). De la misma forma, los adolescentes poseen mayor tendencia al abuso de múltiples sustancias que los adultos.
- Entre los factores del desarrollo que contribuyen al uso temprano o continuado de drogas se encuentran el sentimiento común de los adolescentes de ser invulnerable, la necesidad de autonomía, y la influencia o presión del grupo de pares.
- Consumo perjudicial: Forma de consumo que está afectando ya a la salud física (como en los casos de hepatitis por administración de sustancias psicótropas por vía parenteral) o mental, como, por ejemplo, los episodios de trastornos depresivos secundarios al consumo excesivo de alcohol.
- Síndrome de dependencia: Conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de una droga, o de un tipo de ellas, adquiere la máxima prioridad para el individuo, mayor incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto. La manifestación característica del síndrome de dependencia es el deseo (a menudo fuerte y a veces insuperable) de ingerir sustancias psicótropas (aun cuando hayan sido prescritas por un médico), alcohol o tabaco. La recaída en el consumo de una sustancia después de un período de abstinencia lleva a la instauración más rápida del resto de las características del síndrome de lo que sucede en individuos no dependientes.
Objetivo guía
- Mejorar la pesquisa, el diagnóstico y el tratamiento integral en personas menores de 20 años que tengan un Consumo Perjudicial y/o Dependencia a Alcohol y Drogas de acuerdo a la evidencia actualizada disponible a nivel mundial.
- Mejorar la inserción educacional y sociolaboral de adolescentes con consumo perjudicial / dependencia a alcohol y drogas.
- Aportar a la disminución de conductas violentas o transgresoras de la ley y/o de la convivencia social.
Detección
- Realizar detección de posible consumo perjudicial o dependencia de alcohol y otras drogas, así como también de otras formas de consumo de riesgo, en personas menores de 20 años, toda vez que sea posible dentro de las actividades regulares de salud dirigidas a ese tramo de edad, así como también aquellas realizadas fuera del establecimiento de salud, en contextos comunitarios y otros vinculados a la vida cotidiana de los y las jóvenes.
- La detección debe orientarse no sólo a los trastornos por consumo de alcohol y drogas, sino también a identificar los patrones de consumo, incluyendo consumo de riesgo y consumo de bajo riesgo en el caso de alcohol.
- En los casos de no consumo de alcohol o drogas y consumo de bajo riesgo de alcohol, debe entregarse información veraz, específica y oportuna y, en los casos de consumo de riesgo, deben realizarse intervenciones breves, dado su probada efectividad para disminuir el riesgo y los daños posibles del consumo, así como para prevenir un trastorno por consumo.
- Utilizar como apoyo a la detección, los instrumentos AUDIT, para consumo de alcohol, y/o CRAFFT, para consumo de alcohol y drogas, según sea más adecuado a las características de la población con la que se intervenga y al contexto en el que se realice la detección.
- Utilizar la entrevista o instancia de detección como espacio de intervención motivacional que favorezca la adherencia a un posible tratamiento posterior.
Evaluación Integral
- Utilizar los criterios definidos en CIE 10, o cuando corresponda, su actualización vigente, como referencia para realizar el diagnóstico de los trastornos por consumo de alcohol y sustancias, consumo perjudicial o dependencia.
- Indagar no solo en la presencia/ausencia de trastorno, sino en las características del consumo de la sustancia o patrón de consumo, para obtener una visión comprensiva del uso que hace el adolescente y de la mejor manera de abordarlo: sustancia(s) consumida(s), posible policonsumo de sustancias, edad de inicio, frecuencia, intensidad del consumo (consumo excesivo episódico de alcohol, binge drinking), contexto de uso, vía de administración, consecuencias del consumo, intentos por realizar cese del consumo.
- Evaluar riesgos asociados al consumo de la(s) sustancia(s), principalmente los vinculados accidentes, sobredosis, autolesiones, conducta sexual de riesgo y otras relacionadas con las vías de administración específicas (uso de inyectables, métodos de uso no habituales como la inhalación de alcohol).
- Utilizar las entrevistas de evaluación integral como instancia de intervención motivacional, de modo de favorecer el vínculo (con el profesional que atiende y con la institución), así como la adherencia al tratamiento posterior.
- Realizar una comprensión contextual de la situación de los adolescentes y jóvenes, especialmente vinculados al uso de drogas y otras conductas, evitando con eso la estigmatización, criminalización y “medicalización” (sobre diagnóstico) de conductas que pueden ser parte de una etapa de vida.
Tratamiento
- Los adolescentes que presentan trastorno por consumo de sustancias psicoactivas deben contar con acceso expedito a tratamiento. Tanto las terapias psicosociales como las farmacológicas resultan más beneficiosas que el no tratamiento o el placebo.
- Se recomienda la promoción de la abstinencia como estado ideal a perseguir, así como también tratamiento basado en la gestión de los riesgos y en la reducción de daños, tanto en la definición de metas de tratamiento intermedias como en determinación de objetivos concretos y acotados de un plan de tratamiento individual, como estrategias alternativas efectivas para conseguir el fin de mejorar la calidad de vida del adolescente, su desarrollo saludable de acuerdo a su etapa vital, y la disminución de los riesgos y daños asociados al consumo de sustancias.
- El tratamiento debe instalar como objetivo fundamental y durante todo el proceso, el fortalecimiento del vínculo terapéutico y la adherencia al tratamiento. Para ello, prácticas efectivas son las intervenciones motivacionales, la generación de un ambiente no enjuiciador, la participación del adolescente en las decisiones relacionadas a la planificación, desarrollo y evaluación de su tratamiento, así como también el desarrollo de actividades deportivas, recreativas, culturales u otras que se consideren adecuadas al grupo específico con el que se trabaja.
- Realizar un plan de tratamiento individual para cada adolescente, incluyendo los siguientes elementos: motivación y compromiso, estrategias de intervención motivacional; participación de la familia para mejorar los logros terapéuticos y su mantención posterior al tratamiento; resolución de problemas y técnicas para mejorar las habilidades sociales; estrategias de prevención de recaídas; abordaje psicosocial y/o farmacológico de los trastornos psiquiátricos comórbidos; ecología social en términos de mejoramiento de la integración social, las redes del adolescentes, relaciones entre iguales, y el funcionamiento académico, laboral, ocupacional u otro que corresponda; y, duración adecuada del tratamiento y el cuidado de seguimiento.
- El tratamiento debe ser multimodal, incluyendo las diversas intervenciones que responden a la evaluación integral, de carácter psicosocial y farmacológica (cuando sea requerido), y a nivel individual, familiar, grupal y comunitario.
- El tiempo e intensidad del tratamiento debe ser ajustado a las necesidades y características de los adolescentes, así como a las condiciones del contexto de intervención. La práctica clínica muestra que se pueden conseguir impactos y realizar tratamientos efectivos en periodos breves (incluso 3 meses), definiendo los objetivos de la terapia de manera concreta y acotada. De la misma manera, un adolescente puede requerir ingresar sucesivas veces a tratamientos acotados, en la misma o distinta modalidad o intensidad, antes de conseguir los logros terapéuticos deseados o la abstinencia del consumo.
- El tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes debe incorporar las intervenciones individuales que han demostrado ser mayormente efectivas, como la intervención motivacional, el manejo de contingencias y otras técnicas derivadas de la terapia cognitivo-conductual.
- El tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes debe incorporar, toda vez que sea posible hacerlo, intervenciones de carácter familiar, que han demostrado ser altamente efectivas.
- El tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes debe incorporar intervenciones comunitarias efectivas, fundamentalmente realizadas en los espacios de vida del adolescente, tales como intervenciones psicoeducativas de grupo, vinculación con grupos de apoyo mutuo, e intervenciones que incluyan el grupo de pares, cuando sea oportuno y adecuado, todo ello buscando facilitar la integración social, las redes de pertenencia y apoyo, relaciones entre iguales, y el cuidado o fortalecimiento de la inserción escolar o laboral, según corresponda.
- El tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes, en los casos de comorbilidad u otros trastornos psiquiátricos coexistentes, debe incluir preferentemente la realización de tratamientos integrados por el mismo equipo, o bien, por equipos sistemáticamente vinculados y coordinados.
- Se recomienda abordar con particular énfasis los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes embarazadas, así como también en adolescentes puérperas. La detección debe realizarse en la mayor parte de casos posibles, como parte de las actividades regulares de control de embarazo, e incluir la entrega de información clara y concreta acerca de los efectos específicos del consumo de sustancias sobre el feto e hijo/a, así como también de los efectos específicos sobre la consultante vinculados a su etapa vital, utilizando las estrategias o herramientas que han demostrado ser más efectivas, como el manejo de contingencias y las intervenciones motivacionales.
- El tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes, particularmente en condiciones de vulnerabilidad social, debe incluir con mayor énfasis el abordaje del contexto del adolescente, sus condiciones sociales y comunitarias, la búsqueda del fortalecimiento de los factores protectores y las redes de apoyo. Para esto es fundamental que la mayor parte de las intervenciones sean realizadas en los contextos de vida del joven, fuera de box.
- El tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias en adolescentes, particularmente en condiciones de vulnerabilidad social, debe incluir en todos los casos el análisis e intervención sobre la estigmatización vinculada al uso de alcohol y drogas, que forma parte de los daños sociales vinculados al consumo, empeorando las condiciones de bienestar de los adolescentes.
- El tratamiento farmacológico puede resultar efectivo para intervenir los trastornos por consumo de sustancias, aunque no es requerido en todos los casos. El tratamiento farmacológico debe incluir la administración de medicamentos debidamente prescritos y monitoreados.
- El tratamiento farmacológico debe ser parte, en todos los casos, de un plan de tratamiento individual que también incluye intervenciones psicosociales.
Evaluación del Tratamiento
- Son criterios para determinar el logro terapéutico los cambios en las siguientes dimensiones: potencial de intoxicación aguda y/o síndrome de abstinencia; condiciones biomédicas y complicaciones; condición emocional, conductual o cognitiva; disposición a cambiar; potencial de recaída de uso continuado de drogas u otros problemas; ambiente de recuperación y ambiente de vida; reducción consistente de los riesgos y daños asociados a las formas de consumo previas.
- Como criterios que permiten evaluar la continuidad del adolescente en el tratamiento se recomienda utilizar: el/la adolescente está teniendo progresos, pero aún no ha logrado el cumplimiento de los objetivos articulados en el plan de tratamiento; el/la adolescente no ha presentado progresos, pero tiene la capacidad de resolver sus problemas, y está trabajando activamente en los objetivos articulados en el plan de tratamiento; nuevos problemas han sido identificados que
son apropiados de tratar en esta modalidad de intervención.
- Como criterios para determinar la derivación del adolescente del tratamiento, se recomienda utilizar: el/la adolescente no ha sido capaz de resolver los problemas que justifican su admisión en el tratamiento presente, a pesar de las modificaciones de su plan de tratamiento. Otro tratamiento es indicado en estas circunstancias; el/la adolescente ha mostrado poca capacidad para resolver su problema. Otra modalidad de tratamiento es indicada; el/la adolescente ha experimentado una intensificación de su problema o desarrollado uno nuevo y puede ser tratado efectivamente solo en otra modalidad de tratamiento, de mayor intensidad. Los mismos criterios, en función de mejoramiento de condiciones, pueden utilizarse para determinar la derivación a un dispositivo de menor complejidad de cuidados de salud.
- Como criterios para determinar el egreso del adolescente del tratamiento, se recomienda utilizar: el/la adolescente ha logrado los objetivos terapéuticos articulados en su plan de tratamiento.
Seguimiento
- Las intervenciones de seguimiento deben ser realizadas como parte integral del tratamiento – no como una fase de monitoreo administrativo de cumplimiento de metas u objetivos –, y son dirigidas a acompañar y apoyar la mantención de los logros terapéuticos, mediante la continuidad de los cuidados o “aftercare”.
- Intervenciones de seguimiento efectivas son las técnicas derivadas del manejo de contingencias y la prevención de recaídas, así como la realización de intervenciones presenciales en los espacios regulares de vida de los adolescentes, contactos telefónicos u otras estrategias de vinculación, al menos durante un año.