14. Examen de la Glándula Tiroides
Se inspeccionan los planos anterior, posterior y laterales. En ella pueden advertirse nódulos (en la línea media corresponde a restos embrionarios del conducto tirogloso) si existe asimetría. Por anterior puede comprobarse la posición de la tráquea (centrada o lateralizada) colocando un dedo en el hueco supraesternal. Los planos laterales permiten verificar la existencia de adenopatías u otras masas. Los bocios cervicotorácicos pueden llegar a ser muy voluminosos, ocluyendo parcialmente el estrecho superior del tórax, provocando ingurgitación yugular, rubor y disnea que se agrava después de la elevación de los miembros superiores (signo de Pemberton). Una hiperfunción tiroidea podría provocar latidos visibles.
La palpación se inicia deslizando el purplejo de los dedos sobre la superficie cutánea, para detectar anomalías, sobreelevaciones y sensibilidad de la piel. El médico se sitúa por detrás del paciente y abraza el cuello por delante, reconociendo el cartílago tiroides y, por debajo del cricoides, prosigue la palpación del istmo (bajo el cricoides) tiroideo y ambos lóbulos. Para ello, se emplean los dedos índices y mayores. Se reconoce así, los límites, consistencia, movilidad, sensibilidad y frémitos, así como se verifica el ascenso de las estructuras con la deglución. Los quistes tiroglosos, móviles, son relativamente frecuentes y se localizan usualmente en la línea media.